Capítulo 16. Amenaza
-Utena: ¿Estás segura que es por aquí?
-Anthy: Tranquila Utena, llegaremos en un momento
Mientras hablaban, un grupo de chicas aparecieron de repente.

-Sailor Mercury: ¡Tranquilízate Usagi!
-Sailor Mars: No podemos tranquilizarnos. Después de lo que le ocurrió a Sailor Jupiter, cualquiera es un enemigo a tener en cuenta.
-Utena: ¿Le ha ocurrido algo a una amiga vuestra?

Sailor Venus iba a explicar lo sucedido cuando Keroron apareció jadeando. Había corrido mucho para llegar hasta allí.
-Keroro: ¡Utenaaaaaa! ¡Has llegado!
-Utena: ¿Y ésto?
-Anthy: Hola Keroro, encantada de conocerte.
-Keroro: Vaya, la novia de la rosa. Me alegro de que estés aquí.

Utena y Anthy fueron llevadas al lecho donde dormía Sailor Jupiter. La joven se había recuperado de las heridas físicas, pero había algo que impedía que se abrieran sus ojos. Anthy reconoció enseguida lo que le había ocurrido. Su sonrisa habitual no se borraba a pesar de conocer los efectos de lo que le ocurría.

-Anthy: Estos efectos.... No hay duda.... ¡Es cosa de The Black Rose!
-Sailor Moon: ¿The Black Rose?
-Keroro: Ya había oído hablar de ella. Pero no creí que existiera realmente

Por sí misma es inofensiva. Su poder surge cuando alguien con un corazón tan negro como los pétalos toca su tallo.

-Utena: ¿Han alterado el poder de la rosa para crear armas?
-Anthy: Sí, yo...

Se dice que la única manera de detener los efectos de la flor es haciéndole perder todos sus pétalos.

-Keroro: Entonces nuestra misión está clara: Destruiremos la flor y el arma que pueda ser liberada.
-Sailor Moon: ¡Seguro que entre todos seremos capaces de salvar a Makoto!
-Keroro: De momento será mejor que llevemos a vuestra amiga a la base. Allí estará a salvo.
-Sailor Venus: ¿Vosotras también vendréis?
-Utena: Sí, lo que sea con tal de solucionar este asunto.
Keroro abrió un portal y todos les siguieron, pero en un descuido, Utena agarró a Anthy del brazo.

-Anthy: ¿Qué quieres decir, srta Utena?
-Utena: Conocías a los sincorazón, a Keroro, y a esa extraña rosa. Todavía sabes más cosas y no me las has contado.
Anthy miró fijamente a la mujer a la que estaba prometida, sus ojos reflejaban enfado y miedo.

Lilo jugaba con Stitch utilizando sus discos favoritos de Elvis. Era su actividad favorita después de haber salvado el mundo de la destrucción que podrían haber provocado los experimentos de Jumba.
Mientras Lilo y su "mascota" decidían el disco por el que el extraterrestre tendría que pinchar y reproducir con su boca, la hermana mayor de la niña apareció.

-Lilo: Muy bien Nani.
-Nani: No me ha gustado mucho la forma de decir ese muy bien. ¡Ni se te ocurra salir de casa!

-Jumba: Poderme alguien explicar porqué científico malvado tener que acompañaros hasta la playa.

De repente, un monstruo parecido a un experimento genético apareció ante ellos. Pero era muy extraño, un cuerpo extraño, un color negro como el carbón, y unos ojos esperando a destruir a su víctima.

Lo que Lilo y Stitch no sabían, era que otra amenaza mayor a esa criatura se acercaba a la isla, Nani y David observaban aquello que se aproximaba con una velocidad peligrosa.
¿Qué iba a ser de ellos?
Ariel llevaba un rato nadando cuando se encontró con Sebastián y Flounder.
-Ariel: Amigos ¡Qué alegría me da veros!

-Sebastián: Has decidido volver al fondo del mar, ya sabía yo que aquel príncipe no era bueno para ti.
-Ariel: Sebastián, yo con Éric estoy de maravilla, somos muy felices, si he venido es para ayudar a mi madre.
-Sebastián: ¿A tu madre?
En aquel momento, los dos acompañantes de Ariel, la reina Athenea y Jean-Bob, aparecieron.

-Athenea: ¡Cuánto tiempo sin vernos, Sebastián!
La reina estaba demasiado cansada como para seguir moviéndose.
-Jean-Bob: Hola soy Jean-Bob, soy un príncipe atrapado en el cuerpo de una rana. Pero el beso de una hermosa dama, me devolverá a mi forma original.
-Ariel: Sebastián, necesito que avises a mi padre. Dile que nos dirigimos al reino del Norte.


Mientras tanto, en el palacio de Atlantis, Sebastián advertía al rey Tritón de la situación. A cada palabra del cangrejo, el rey sentía un torbellino de sentimientos: alegría, amor, miedo, y un misterioso y profundo odio que nunca antes había experimentado.
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