Capítulo 32. Sangre.
Rapunzel se despertó de su sueño en el último lugar que deseaba estar: La torre donde creció. Pero esta vez no estaba sola, Bart, Lisa y Ueki estaban con ella encerrados en aquel lugar.
-Lisa: Por fin has despertado. Aún no me puedo creer que esté delante de la misma Rapunzel.
-Bart: ¿Y se puede saber dónde estamos?
-Ueki: No lo sé, pero no veo la salida por ningún sitio.
-Rapunzel: Sólo existe una salida, pero es probable que esté bloqueada.
En ese momento, la princesa escuchó una voz con la que se estremeció.
-Gothel: ¡Rapunzel! ¡Deja caer tu pelo!
-Rapunzel: ¡O no! ¡Madre Gothel! Deprisa niños, tenéis que esconderos.
Rapunzel y Ueki metieron a Bart y Lisa en un armario para evitar que Gothel los encontrase.
-Ueki: ¿Quién es esa mujer?
-Rapunzel: Una mujer que me secuestró siendo un bebé y me mantuvo 18 años encerrada.
Gothel apareció montada en la alfombra mágica.
-Gothel: ¿Me has echado de menos, querida?
-Rapunzel: Madre ¿Cómo has llegado hasta aquí?
-Gothel: Esta alfombra me ha llevado. Hará lo que sea con tal de que le diga el paradero de sus amigos. Ahora, déjame verte, querida. Según tengo entendido, han pasado 7 años desde nuestro último encuentro, pero te mantienes igual de joven, incluso has recuperado tu pelo.
-Ueki: ¡Apártate de ella, maldita!
-Gothel: Rapunzel, dile a tu perro que aprenda a controlarse.
-Rapunzel: Tranquilo, Ueki. No pienso volver a permitirle usar mi cabello.
-Gothel: Pobre niña inocente ¿De verdad piensas que necesito tu maldito cabello? Sólo he venido a despedirme antes de dejarte aquí encerrada para siempre. Hasta las flores más hermosas pueden marchitarse, y su esencia puede convertirse en veneno.
Gothel cogió un cuchillo y lo lanzó al armario donde estaban los hermanos Simpson.
Aquel arma iba directa a la frente de Bart, pero se desvió, rozándole sólo la mejilla.
El motivo de que Gothel fallase fue que Rapunzel y Ueki la agarraron de ambos brazos y la apartaron lo suficiente como para desviar la trayectoria.
-Rapunzel: ¡No pienso pasar un solo día más en esta torre!
-Ueki: ¡Preparaos! Nos marchamos ahora mismo. Alfombra mágica, puede que no sepamos el paradero de tus amigo, pero te ayudaremos a encontrarlos.
Rapunzel, Ueki, Bart y Lisa montaron en la alfombra mágica y se marcharon de la torre. Rapunzel guió a la alfombra hasta un lugar seguro. Tenían que preparar un plan de lucha por si acaso les volvían a atacar.
-Gothel: Por fin se han marchado ¿Ya lo tienes todo preparado?
-¿?: Sí, cuando lleguen al reino de corona, empezará el espectáculo.
-Gothel: Excelente.
Al llegar al bosque, Rapunzel pensaba en cuál sería su próximo movimiento, cuando vio la herida de Bart. La joven decidió utilizar su cabello para sanar al muchacho. Cubriéndole con su cabello, Rapunzel cantó su mágica canción, con la cual su pelo empezó a brillar. Tan pronto como la luz del cabello llegó a Bart, la herida provocada por el cuchillo de Gothel, desapareció.
-Rapunzel: Con esto será suficiente.
-Bart: Vaya ¡Gracias!
-Ueki: Ahora pensaremos como movernos hasta encontrar el castillo de tus padres. Pero primero habrá que hacer algo con tu pelo. Te resultará complicado con él.
-Lisa: Por eso no te preocupes, yo tengo mucha experiencia peinando y haciendo trenzas a mi Stacy Malibu. Mientras nos preparamos, yo te ayudaré con el pelo.
Un par de horas más tarde, Lisa había terminado de arreglar el pelo de Rapunzel, y la estrategia estaba lista. Otra vez en la alfombra, se dirigieron al reino de Corona. A partir de ese punto, seguirían a pie.
Pero cuando llegaron, se encontraron una imagen que destrozó el corazón de la princesa.
De la piedra salía una extraña luz. Todos podían sentir un gran peligro. Sabían que sus amigos tenían problemas. Así que decidieron acudir a su ayuda.
Todos los que habían caído en el Tsukiyomi de Itachi, sufrían el dolor de revivir sus más terribles recuerdos, o sufrir sus peores miedos. Sólo había una excepción: la princesa Jasmine se encontraba en un lugar totalmente desconocido para ella.
Eran los jardines de un castillo. Jasmine observaba maravillada aquel lugar. Justo en el centro de los jardines, junto a un pozo, una hermosa joven vestida con ropa de sirvienta, sacaba agua junto a unas palomas. Jasmine quiso hablar con la hermosa doncella, pero ella no parecía poder escucharla. Pero, por algún motivo, prefirió no darle importancia y permanecer como mera espectadora.
La muchacha del pozo era realmente hermosa, labios rojos como la sangre; pelo negro como el ébano y una piel blanca como la nieve.
Pero Jasmine no era la única a la que llamó la atención la belleza de la dulce muchacha. Un príncipe apareció alabando la belleza de aquella muchacha. Dijo que había recorrido varios reinos con el único fin de encontrar a la princesa Blancanieves, la cual era la dama más hermosa de todas.
Jasmine observaba encantada aquella romántica escena. Le recordaba en cierta forma al día en que conoció a Aladdín.
Pero, por desgracia para todos, unos guardias irrumpieron en los jardines y apresaron al príncipe, acusándolo de alta traición contra la reina y condenándole a morir. La princesa no pudo hacer nada para impedirlo, y se fue desconsolada a su habitación.
Jasmine no se podía creer lo que acababa de ocurrir. Pero entonces, alzó la vista y vio a una mujer de gélida miranda observando también aquella escena ¿Sería la reina? Entonces, la sangre de Jasmine se congeló, la reina sí podía verla, y le estaba lanzando una mirada claramente amenazadora.
Mientras, en el corazón del Inframundo.
-Hades: ¿Ya ha empezado la conexión?
-Eris: Falta poco. La princesa ya ha viajado a su reino. Tan pronto como la rosa negra altere su sueño, formará parte de ese mundo. Entonces, las princesas podrán unirse.
-Hades: Sí, será entonces cuando podremos traer de vuelta el poder de la bruja.
-Eris: Hades, eres tan retorcido. Podrías traerla de vuelta con el Edo Tensei, pero has elegido utilizar los sueños de esa joven.
-Hades: Todo es cuestión de perspectiva, querida. El Edo Tensei no permite una resurreción completa. Necesitamos a esa mujer con vida. Sus manzanas pueden resultar muy útiles para deshacernos de ciertos enemigos.
-Eris: Dime ¿Tiene esto algo que ver con la predicción de las Moiras?
-Hades: No tengo miedo a morir, si es eso a lo que te refieres. Ni siquiera los dioses podemos huir de nuestro destino, mas me tienta engañarlo. Falta poco para que esas jóvenes crucen sus caminos. Un camino teñido de un intenso color carmesí.
CONTINUARÁ